Inés Martín Rodrigo, ABC, Madrid
El término «parásito» proviene de la palabra griega parasitos, que se empleaba para describir al que comía en la mesa de otro sin dar nada a cambio. Esta definición le sirve al escritor estadounidense Robert Levinepara describir lo que hoy está pasando en la industria cultural en el libro«Parásitos: Cómo los oportunistas digitales están destruyendo el negocio de la cultura» (Ariel).
Estos oportunistas no son otros que los agregadores de noticias«online» tipo «The Huffington Post», que no pagan sueldos a los autores de los contenidos, pero generan competencia y venden la publicidad que antes solía ir a los creadores. Pero también los motores de búsqueda especializados en encontrar descargas ilegales de contenidos con «copyright» y la mayoría de compañías que se han enriquecido sin financiar el contenido que distribuyen. Son los defensores de la cultura del «todo gratis en internet», ese canto de sirena que, según Levine, ha puesto a la industria cultural al borde del abismo.
Con un pulso narrativo tan ágil como contundente, el autor estadounidense (fue editor de «Billboard» y es colaborador habitual de «Vanity Fair», «Rolling Stone» o «Wired») desmonta y pone al descubierto los oscuros (porque «no se han desvelado») intereses de aquellos que promueven la supresión de los derechos de autor.
Lo hace con ejemplos como la venta de la página de enlaces Series Yonkis por diez millones de dólares, la reciente vuelta al ruedo virtual de Kim DotCom con «Mega», su nuevo servidor (España es uno de los país que más tráfico le genera), el «lobby soft» ejercido anualmente por Google donando dinero a Standford pero no recogido en sus cuentas o The Pirate Bay, todo un «clásico» de la competición injusta que los medios se ven obligados a jugar en internet frente a las empresas tecnológicas que quieren distribuir su contenido (legal o ilegalmente).
La desintegración de la industria cultural
Y todo ello con la piratería como azote, aunque, como reconoce Levine, «está lejos de ser todo el problema». «Estamos asistiendo a una lenta desintegración de la industria cultural. Las empresas tecnológicas no son el diablo, no las demonizo, pero se lucran del trabajo de otras y el Gobierno debería actuar contra cualquier empresa que vaya en contra del bien público», explica el autor en una entrevista a su paso por Madrid para recoger el I Premio Ibercrea.
«Google gasta millones presionando como ‘lobby’ para debilitar el ‘copyright’»
«Google tiene tanto interés en que hayamedios de comunicación gratuitos comoGeneral Motors en la gasolina barata, y por eso gasta millones de dólares presionando como ‘lobby’ para debilitar el ‘copyright’». Sin embargo, Levine sostiene que «no deberíamos dejarnos influir ni por la industria tecnológica ni por los medios de comunicación, solo preocuparnos por defender los derechos de autor, que en realidad es la defensa de la sociedad, porque los creadores formamos parte de ella».
Amenazas, «copyleft» y futuro
Bien es cierto que el autor no es «exactamente neutral en esta cuestión», pues escribe para vivir y «eso me sitúa en el campo de los creadores». En ese campo y por escribir precisamente este libro ha tenido que soportar las amenazas de «algunos activistas» (y las empresas que los financian) «tan aferrados a la idea de una Red completamente abierta que no aceptarán ninguna acción que proteja» a los derechos de autor.
¿Y el futuro? En lo que respecta al «copyleft» Levine está «a favor de escoger, como creador debo tener el control sobre cómo quiero distribuir mi trabajo, ya sea gratis o pagando, pero el movimiento de la ‘cultura gratis’ tiende a mezclar ambas cosas». Y con respecto a los medios, avisa: «No me gusta la expresión periodismo digital. Yo creo en el periodismo y las decisiones que deberán tomar no dependerán de la tecnología, sino de cómo se usa esa tecnología para generarcontenido de calidad».
Cuando en las tiendas de segunda mano puedes comprar peliculas originales con su caratula y bien presentadas a 1€, (ya he dejado de comprar porque tengo mas de 100 y sin tiempo para verlas) o libros en el rastro a 50 céntimos o 3 a un euro (el domingo pasado en el rastro compre buenos días tristeza de Sontang, las memorias de jimy gimenez arnau y las de katerin hepburn por un eurete) es síntoma de que internet está destrozando los precios normales de las cosas por el todo gratis de la piratería.
Yo lo tengo dicho, el diablo cojuelo anda detras de gugel y todos esos piratones.
Habrá que ser imaginativos, darle la vuelta y adaptarse a la cosa.
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